jueves, 16 de febrero de 2017

Yo soy Europeísta.



En los últimos años, el proyecto europeo ha sido puesto en duda por las mal llamadas fuerzas del cambio o, lo que llamo, los “Euro-Peronistas” tanto de derecha como de izquierda. Estos Euro-Peronistas han abogado por dinamitar el proyecto unionista europeo para recuperar la llamada Europa de las naciones con sus conflictos inter-europeos.
La actual Unión Europea es un proyecto que ha traído el más largo periodo de Paz al continente Europeo. La “Pax Europea” está cimentada en los valores de la diversidad, la corresponsabilidad, la libertad y la solidaridad. Estos valores deben seguir avanzando, pero Europa necesita encontrar su identidad para ello.

Europa, no es una unión artificial, es una unión basada en el destino manifiesto del pueblo europeo para seguir compitiendo en igualdad de condiciones en este mundo globalizado. Más de 2700 años de historia europea mira a la actual y futura Comunidad Europea. Desde la Roma Republicana e Imperial, pasando por Carlo Magno y llegando al mismísimo Carlos V.

Europa es el destino final de la historia de los europeos. Un destino de gloria, de bienestar, y de construcción de un sueño de espacio común para el conjunto de los europeo, sin importar raza, condición sexual o ideología. Todos somos europeos y, todos somos iguales pero, a la vez diversos.

Todos soñamos con una igualdad con equidad bajo un contexto de libertad. Ese camino de una Europa unidad debe seguir porque no es un sueño, es un destino manifiesto de los habitantes de Europa.

Por otra parte, Europa debe luchar por conseguir una lengua común aceptada por todos los “Euro-unidos”. Una lengua para la administración del complejo sistema federal europeo y que nos hagan sentir como una única entidad política. En un principio esa lengua pudo haber sido el inglés pero el inglés, a raíz de Brexit, será relacionado con el intento de sabotaje al proyecto de la “Pax Europea”.

Sin embargo, nosotros los europeos, tenemos una lengua tan vieja como el sueño europeo, que podría ser la lengua de la administración europea y, a la vez, conectar con el corazón de cada uno de los europeos; esa lengua es el latín. El latín es esa lengua que uso el gran Cicerón para luchar contra la tiranía. Las obras literarias de Cicerón eran sinónimo de un proyecto basado en la “Libertas”. Tenemos que recuperar el orgullo europeo y, el primer paso, podría ser adoptar una lengua común que evocase la fundación de Europa. Esta idea puede ser exitosa y no es alocada. Otros intelectuales, a lo largo de la historia europea, lo han propuesto. Los ilustrados crearon la República de las letras, donde los diversos intelectuales ilustrados se comunicaban a través de correspondencia usando el latín y, más recientemente, el profesor Nicola Gardini ha propuestoesto mismo en su libro “Viva il latino, storie e belleza de unalingua inutile”. Un libro éxito en ventas.

Europa debe enfocarse como un proyecto inclusivo e integrador de la diferencia. Este proyecto federal europeo debe proteger la diferencia para enriquecer el proyecto común. Lo diferente, debe ser sinónimo de la diversidad europea, que enriquezca a nuestra cultura común.

Europa debe enfocarse como un proyecto seductor, donde sea un crisol de culturas, con el objetivo de convertirse en el proyecto referente e ideal para el conjunto de la humanidad. Un proyecto que evoque el más sagrado principio humano, la diversidad basada en la igualdad y la libertad.

Todos somos diferentes, pero nos une un objetivo común. Ese objetivo es el bienestar y la libertad del pueblo europeo. Un proyecto que santifique al ser humano y a su diversidad y asegure la igualdad y la libertad.

El genial Thomas Jefferson dijo sobre su nación que: “Estados unidos debería ser un Imperio de la libertad”, es decir, un Imperio que fuera integrador y, a la vez, exportase una serie de valores al mundo. Esos valores eran la libertad, la igualdad y la fraternidad de la humanidad.
Con la llegada de Trump a la presidencia de los Estados Unidos de América, la definición de “Imperio de la Libertad” ha muerto, para ser sustituida por la “muralla de la Seguridad”.
Los Estados Unidos han abandonado la maravillosa idea de Jefferson, para ser sustituida por una perversa idea basada en la suma de los miedos.
Europa debe recoger esa idea, que Jefferson soñó, para hacerla suya y convertirla en la piedra angular de su acción exterior en el mundo.
Europa debe abogar por globalizar los derechos sociales, humanos y civiles a fin de construir un mundo, donde la libertad, la igualdad y la fraternidad sea algo más que palabras, sean hechos.

Debemos seguir ampliando nuestras fronteras para que todas las naciones europeas estén bajo este “Imperio de la Libertad” pero, esta ampliación, debe ser en base a la seducción.
La Federación Europea debe ser un Imperio dedicado a la libertad. Ese Imperio de la libertad debe abogar por una unión más perfecta, en la que existan unos mecanismos donde los europeos elijamos: a un ejecutivo europeo unificado, un parlamento europeo elegido por todos los europeos y un Consejo de Europa que represente a los estados europeos. Ese Imperio de la libertad debe tener una política de defensa única y un único mando europeo para defender la libertad humana y el modo de vida de los “Euro-unidos”.
El camino europeo no es un camino muerto como dicen los populismos de extrema derecha o extrema izquierda. Es un camino que debe avanzar hacia unos Estados Unidos de Europa, donde la palabra igualdad, libertad y fraternidad sean algo más que palabra, sean metas alcanzables; donde la diversidad enriquezca a la cultura europea y Europa sea un Imperio de la libertad a exportar a la civilización democrática.

Por todo ello y, por mucho más, soy europeísta.