En los
últimos años, el proyecto europeo ha sido puesto en duda por las
mal llamadas fuerzas del cambio o, lo que llamo, los
“Euro-Peronistas” tanto de derecha como de izquierda. Estos
Euro-Peronistas han abogado por dinamitar el proyecto unionista
europeo para recuperar la llamada Europa de las naciones con sus
conflictos inter-europeos.
La actual
Unión Europea es un proyecto que ha traído el más largo periodo de
Paz al continente Europeo. La “Pax Europea” está cimentada en
los valores de la diversidad, la corresponsabilidad, la libertad y la
solidaridad. Estos valores deben seguir avanzando, pero Europa
necesita encontrar su identidad para ello.
Europa, no
es una unión artificial, es una unión basada en el destino
manifiesto del pueblo europeo para seguir compitiendo en igualdad de
condiciones en este mundo globalizado. Más de 2700 años de
historia europea mira a la actual y futura Comunidad Europea. Desde
la Roma Republicana e Imperial, pasando por Carlo Magno y llegando al
mismísimo Carlos V.
Europa es el
destino final de la historia de los europeos. Un destino de gloria,
de bienestar, y de construcción de un sueño de espacio común para
el conjunto de los europeo, sin importar raza, condición sexual o
ideología. Todos somos europeos y, todos somos iguales pero, a la
vez diversos.
Todos
soñamos con una igualdad con equidad bajo un contexto de libertad.
Ese camino de una Europa unidad debe seguir porque no es un sueño,
es un destino manifiesto de los habitantes de Europa.
Por otra
parte, Europa debe luchar por conseguir una lengua común aceptada
por todos los “Euro-unidos”. Una lengua para la administración
del complejo sistema federal europeo y que nos hagan sentir como una
única entidad política. En un principio esa lengua pudo haber sido
el inglés pero el inglés, a raíz de Brexit, será relacionado con
el intento de sabotaje al proyecto de la “Pax Europea”.
Sin
embargo, nosotros los europeos, tenemos una lengua tan vieja como el
sueño europeo, que podría ser la lengua de la administración
europea y, a la vez, conectar con el corazón de cada uno de los
europeos; esa lengua es el latín. El latín es esa lengua que uso el
gran Cicerón para luchar contra la tiranía. Las obras literarias de
Cicerón eran sinónimo de un proyecto basado en la “Libertas”.
Tenemos que recuperar el orgullo europeo y, el primer paso, podría
ser adoptar una lengua común que evocase la fundación de Europa.
Esta idea puede ser exitosa y no es alocada. Otros intelectuales, a
lo largo de la historia europea, lo han propuesto. Los ilustrados
crearon la República de las letras, donde los diversos intelectuales
ilustrados se comunicaban a través de correspondencia usando el
latín y, más recientemente, el profesor Nicola Gardini ha propuestoesto mismo en su libro “Viva il latino, storie e belleza de unalingua inutile”. Un libro éxito en ventas.
Europa debe
enfocarse como un proyecto inclusivo e integrador
de la diferencia.
Este proyecto federal europeo debe proteger la diferencia para
enriquecer el proyecto común. Lo diferente, debe ser sinónimo de la
diversidad europea,
que enriquezca a nuestra cultura común.
Europa debe
enfocarse como un proyecto seductor, donde sea un
crisol de culturas, con el objetivo de
convertirse en el proyecto referente e ideal
para el conjunto de la humanidad. Un proyecto que evoque el más
sagrado principio humano, la diversidad
basada en la igualdad y la libertad.
Todos somos
diferentes, pero nos une un objetivo común. Ese objetivo es el
bienestar y la libertad del pueblo europeo. Un
proyecto que santifique al ser humano y a su diversidad y asegure la
igualdad y la libertad.
El genial
Thomas Jefferson dijo sobre su nación que: “Estados unidos debería
ser un Imperio de la libertad”, es decir, un Imperio que fuera
integrador y, a la vez, exportase una serie de valores al mundo.
Esos valores eran la libertad, la igualdad y la fraternidad de la
humanidad.
Con la
llegada de Trump a la presidencia de los Estados Unidos de América,
la definición de “Imperio de la Libertad” ha muerto, para ser
sustituida por la “muralla de la Seguridad”.
Los Estados
Unidos han abandonado la maravillosa idea de Jefferson, para ser
sustituida por una perversa idea basada en la suma de los miedos.
Europa debe
recoger esa idea, que Jefferson soñó, para hacerla suya y
convertirla en la piedra angular de su acción exterior en el mundo.
Europa debe
abogar por globalizar los derechos sociales, humanos y civiles a fin
de construir un mundo, donde la libertad, la igualdad y la
fraternidad sea algo más que palabras, sean hechos.
Debemos
seguir ampliando nuestras fronteras para que todas las naciones
europeas estén bajo este “Imperio de la Libertad” pero, esta
ampliación, debe ser en base a la seducción.
La
Federación Europea debe ser un Imperio dedicado a la libertad. Ese
Imperio de la libertad debe abogar por una unión más perfecta, en
la que existan unos mecanismos donde los europeos elijamos: a un
ejecutivo europeo unificado, un parlamento europeo elegido por todos
los europeos y un Consejo de Europa que represente a los estados
europeos. Ese Imperio de la libertad debe tener una política de
defensa única y un único mando europeo para defender la libertad
humana y el modo de vida de los “Euro-unidos”.
El camino
europeo no es un camino muerto como dicen los populismos de extrema
derecha o extrema izquierda. Es un camino que debe avanzar hacia
unos Estados Unidos de Europa, donde la palabra igualdad, libertad y
fraternidad sean algo más que palabra, sean metas alcanzables; donde
la diversidad enriquezca a la cultura europea y Europa sea un Imperio
de la libertad a exportar a la civilización democrática.
Por todo
ello y, por mucho más, soy europeísta.